Bella gerant aliī, tū fēlix Austria nūbe/ Nam quae Mars aliīs, dat tibi regna Venus, “

(Deja que los otros hagan la guerra, pero tú, oh feliz Austria, cásate; porque aquellos reinos que Marte da a los demás, a ti te los da Venus)

 

Los Habsburgo son uno de los escasos ejemplos de una herencia mendeliana de características faciales. El retrato del emperador muestra lo que se conoce como la “mandíbula Habsburgo” característica mandíbula prognata (extendida hacia fuera)  y un labio inferior  grueso y prominente, el “labio Habsburgo”. Otras características faciales típicas de la familia eran una nariz grande y con una prominencia en el centro y una tendencia a un aplanamiento de las áreas malares (la mandíbula superior. 

Eso mismo podemos observar en la maravillosa galería real que custodia el Museo del Prado, donde los retratos de varios reyes Austria en particular Carlos I, Felipe IV y Carlos II nos muestran su peculiar mandíbula saliente. Aunque se transmitía como un rasgo autosómico dominante, los hombres estaban mucho más afectados que las mujeres. Todo ello se observa con claridad en los retratos y esculturas conservados en pinacotecas y museos. El caso más extremo parece ser el de Carlos II, el Hechizado.

 

El prognatismo puede ser una característica fisonómica de nacimiento como en el caso de los Habsburgo o estar causado por un problema hormonal. El prognatismo es una extensión o protrusión de la mandíbula inferior que hace que los dientes superiores e inferiores no coincidan adecuadamente. De esta forma, se genera un desfase entre la superficie de masticación de unos dientes y otros lo que puede generar problemas para hablar, masticar o morder. Se cuenta que en su primer viaje a España, uno de sus súbditos le dijo a Carlos Cierre Su Majestad la boca, que las moscas de este país son muy insolentes”. De él se dice que era incapaz de masticar su comida adecuadamente, que sufría de indigestión por tragar los alimentos casi enteros y que normalmente comía solo por la vergüenza que pasaba si se le caía comida de la boca.

 

EL prognatismo puede no ser visible hasta la adolescencia y se hace más patente con la edad. Los estudios genéticos sugieren que el gen es dominante y los estudios de los Habsburgo muestran una penetración alta pero incompleta. Es decir, el alelo para una mandíbula Habsburgo (H) es dominante frente al alelo para la mandíbula normal (h). Por lo tanto los heterocigotos (Hh) conteniendo un alelo de cada tipo mostrarán una mandíbula Habsburgo. La unión entre dos padres heterocigotos mostrará ¾ partes de hijos con prognatismo y ¼ de hijos con mandíbula normal. Si el padre es homozigótico para la mandíbula Habsburgo (HH) todos sus hijos lo tendrán independientemente de cómo sea el patrón genético del otro progenitor. Si uno de los padres es heterozigótico (Hh) y el otro normal (hh) la descendencia estará repartida con una probabilidad al 50% de tener una mandíbula normal o de tener prognatismo.

La mandíbula Habsburgo y el labio Habsburgo se han seguido durante generaciones. En 1421, Zimburga de Masovia una princesa con una mandíbula salientes se casó con el duque Ernesto de Hierro, uno de los Habsburgo. Para entonces ya había habido numerosos matrimonios entre las familias nobiliarias europeas. Zimburga tenía sangre portuguesa, española, austriaca y borgoñona, prácticamente la misma procedencia que sería mayoritaria en la herencia genética de Carlos. Su hijo mayor el emperador Federico III tenía una fuerte mandíbula pero una barbilla normal pero su hijo Maximiliano, el emperador que reino de 1468 a 1519, tenia una clara deformación mandibular. El intenso entrecruzamiento familiar (tres esposas de las cuatro que tuvo Felipe II eran prima carnal, tía y sobrina suya) hizo que el rasgo genético reapareciera con fuerza desde el emperador Carlos hasta el final de la Casa de Austria.

Más aún, en algunos casos, se casaron dos personas afectadas de prognatismo como en la boda entre María de Austria y su primo Maximiliano II, donde sus ocho hijos fueron prognatos y en el conjunto familiar los más afectados fueron Leopoldo I de Austria y Carlos II de España, dos casos donde el grado de consanguinidad era especialmente alto. Los padres de Carlos II eran tío y sobrina y los dos tenían prognatismo por lo que es posible que pasaran una carga genética a su desventurado hijo que generase una mandíbula especialmente deforme que le impedía hablar o comer con normalidad.

 

Los Habsburgo tenían otros problemas de salud incluyendo asma, gota, hidropesía, epilepsia y melancolía, algo que ahora sería una depresión nerviosa crónica (Maximiliano I, padre de Felipe el Hermoso y abuelo de Carlos V y quien le consiguió la elección como emperador estuvo obsesionado con la muerte y viajó los últimos cinco años de su vida acompañado de su ataúd).  Rubbrecht considerada que su nuera y madre de Carlos, Juana la Loca estaba afectada de cierto prognatismo pero es algo que no se ve con claridad en los retratos de la reina Juana.

 

Muchas de las monedas y medallas de estos soberanos, donde podría haberse utilizado un símbolo del país o haber mostrado a los reyes de frente donde el prognatismo quedaría mucho más disimulado presentan retratos de perfilcon mandíbulas inferiores que parecen aún más prognatas que en los propios retratos.

 

Es posible que se enfrentaran a ello en vez de tratando de esconderlo haciendo ostentación de su peculiar fisonomía, algo que les conectaría con sus gloriosos antepasados y les diferenciaría —como la leyenda sobre la sangre azul– del resto de los mortales.